lunes, 29 de marzo de 2010

¿ Tiempo es una palabra?





De encontrar la ocasión, la confidencia no es entonces cotilleo, una noticia de la que hacer uso, ni es el intercambio de información. Es desnudar el alma hasta escucharse decir lo que quizá ni siquiera uno mismo llegó a pensar nunca y mostrar la soledad de la palabra única. Es recibir la hospitalidad de otro alma tiritando su propia suerte. Cuando ya sólo nos contamos cosas y en ellas no está lo que nos falta, lo que nos conmueve...se acabó la posibilidad de hablar. Buscamos las palabras del otro, las que sólo a su lado brotan. Y si hace falta resultar supuestamente ridículo, o llorar, o mostrarse inconsistente...nada de eso es inadecuado, sino que cobra otra plenitud.

(Ángel Gabilondo-Alguien con quien hablar)


¿Adónde van las palabras de la conversación que no supimos empezar? Sin duda, es una buena pregunta, sobre todo si sabemos contestarla.

Hay momentos en los que necesitamos entablar una conversación con alguien porque necesitamos saber más sobre él, necesitamos que su voz y el significado único de sus palabras invadan nuestros sentidos.
La situación previa a todo esto es algo tensa: las dos personas se mantienen calladas y,mientras tanto, su cabeza busca un tema chorra con el que comenzar a hablar de algo que promete ser el simple preludio de una conversación un poco más profunda. Lo peor de todo no es el tema chorra del que se está hablando, sino el profundo silencio que se hace entre un tema y otro.

Como caso contrario algo que a mí me pasa mucho: trato casi a diario con personas con las que ya no es que quiera, sino que necesito hablar y compartir cosas e historias que ,en el fondo, creo que van a servir para forjar una buena amistad. Lo malo es que no se presenta ni el momento ni el lugar para hacerlo.

Sé que no me conformo con poco. Dicen que tiempo al tiempo. El tiempo (como todo en esta vida) es algo que no nos sobra.

(Escribo esto sabiendo que las palabras que nos duelen de verdad son las que nunca escribimos)

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