viernes, 30 de abril de 2010

Me hace hoy sangrar

Llega un momento en el que no puedes más y necesitas estallar de forma sonora y violenta. Ayer lo hice y no me arrepiento de ello porque por fin pude soltarle a alguien algunas de las cosas que me pudren por dentro.

Digamos que me pillaron en un momento de debilidad y lo solté casi todo sin más preámbulos. Tengo que decir antes de nada que la regla tanto en este blog como en mi vida es siempre la misma: aquí mariconadas las justas.

Le dije a la persona en cuestión que me considero una experta en fingir sonrisas, que no encuentro nada ni nadie que me llene, que me levanto con la boca del estómago completamente cerrada, que siento unas tremendas ganas de llorar de forma continua, que no le encuentro ningún sentido a la vida, que me meto en la cama y no duermo, que soy incapaz de disfrutar de mis amigos, que no me sale nada bien, que no entiendo el concepto de familia y que tampoco soy capaz de disfrutar de ellos. Todo esto se lo dije empapada de unas lágrimas y un sudor que dejaban al descubierto un dolor quizá excesivo.

Después de escucharme atentamente y de un silencio persistente por su parte (no es para menos) que parecía no acabar nunca, me armé de valor y le dije que ojalá existiera un manual para la vida. Aunque, en el caso de existir, sería algo así como la Biblia: todo el mundo tiene una en su casa, pero se guarda en un rincón en el que no estorba demasiado. Seríamos tan tontos como para no invertir un solo segundo en su lectura.

Después de hablar con dicha persona, de desahogarme como nunca había hecho y de que me diera el consejo de que acuda a un psicólogo de manera urgente, me planteé la posibilidad de estar padeciendo una depresión de las gordas. Sin más demora, consulté los síntomas entre los cuales se encuentran: tristeza e irritabilidad, excesivo nerviosismo, sentimientos de vacío e impotencia, problemas de sueño, pérdida de apetito, disminución en la capacidad de gozar y disfrutar de la vida y evitación social.

He leído y releído los síntomas con lágrimas en los ojos (para variar un rato). Todo me desborda. Nada me sirve. Todo me rompe. Nada me llena. Todo me hace daño.

2 comentarios:

  1. Los sicólogos, como el resto de los mortales, también tienen que vivir. Y los debe haber realmente buenos. Por probar no pierdes nada. A mi padre le ayudo mucho acudir a uno. No estoy de acuerdo con la frasecita "mariconadas las justas", me recuerda a un machismo rancio, a un tiempo de mili plagada de pueriles hombrecitos, a un esconder lo más valioso... Me trae ecos de auto-castración. Es más: ¡la detesto!. Animo.

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  2. Querida, te diría que siempre te cogeré el teléfono, que puedes contarme mil veces lo que te pasa, que siempre estaré aquí y todas esas cosas. Pero no SOMOS así. Me niego a repetirte lo que de sobra sabes. Así que solo espero que me sigas llamando muchas veces, sea para cosas como estas o 2 minutos para solo decirme que quedamos en la biblioteca. Te quiero muuuuuuucho, y eso sí que te lo repetiré las veces necesarias ojos bellos :)

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