Fue domingo en las claras orejas de mi burro,
de mi burro peruano en el Perú (Perdonen la tristeza)
Mas hoy ya son las once en mi experiencia personal,
experiencia de un solo ojo, clavado en pleno pecho,
de una sola burrada, clavada en pleno pecho,
de una sola hecatombe, clavada en pleno pecho.
(César Vallejo-Poemas humanos)
Ahórrate las prisas de reloj. Juega con fuego entre las cenizas del pasado. Olvida recordarme. Arranca las medias de encaje a la noche. Y, sobre todo, habla con la inconsciencia como única alternativa.
Si quieres hablar conmigo, empieza por desnudarte. Despójate primero del jersey de los prejuicios; continúa luego con la camisa de la resignación y termina quitándote los vaqueros de las mentiras. Con eso me basta.
No quiero que seas un cuerpo más, ni una cabeza, ni tan siquiera unos ojos del montón. No quiero tampoco que me sigas, que me hables o que me mires por complacerme.
Con nuestras bocas exploraremos todos los rincones de la mente. Con nuestro dientes morderemos hasta la última prisión de nuestros sueños. Agotaremos toda sustancia líquida procedente de nuestros órganos.
Hablaremos hasta que el sol picotee el cielo y centelleen sus rayos a lo lejos. Hasta que las aves comiencen un canto podrido de sonar y de latir en el pecho del alba.
Finalmente, cerraremos esa espesa cortina que separa el sueño de la realidad, es decir, los párpados y nos sumiremos en ese tibio destello de oscuridad y silencio que cubre nuestros cuerpos dos veces por semana en el mismo día.
Hablamos de hablar, por supuesto.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario