lunes, 7 de junio de 2010

Sin principios ni final



(Imagen de Santi tomada por los Pirineos o por ahí. Ya sabes que tomaría un café contigo, pero es que no me gusta el café)



Hoy en día, cualquiera puede tener tatuada la cara interna del muslo derecho. Por eso, muchos escritores parecen amargados. Porque la quintaesencia no se busca,sino que te encuentra. Aunque las revistas y programas del corazón no vayan dirigidos a los médicos. Ya se puede enfundar uno una camiseta azul e ir a un partido de baloncesto para intentar aprender que los días se reducen a una competición constante. Batir tus propias marcas. Romper los límites que te ponga el cuerpo. Aunque para ello haga falta retar a Jimi Hendrix a un duelo de guitarras. Porque los sueños son carpetas de colores tristes. Pon las barbas de tu vecino a remojar cuando te vayas a cortar las tuyas y así ahorras tiempo y puede que incluso te hagan un dos por uno en la barbería. O en la carnicería. Los verbos no describen los estados de ánimo de los adjetivos. Yo prefiero los posesivos. Aunque se necesite desesperadamente una acción determinante. El desodorante es, sin duda alguna, la base de la pirámide alimenticia. Por eso nos levantamos sedientos. Sed de sangre, lo llaman. Lo llamamos. Porque el tortazo te lo das cuando viertes ácido clorhídrico en una bañera dorada. El estilo no se busca, te encuentra. Y si no lo hace es porque no prestas atención cuando ves una película de terror. Hay algunos a los que nos gusta la ruleta rusa. Porque tener un revólver a mano puede salvarte la vida si intentas suicidarte. Porque el aire se escapa a borbotones, al igual que el aliento. Me parece patética la actuación de algunos. Aunque sería grosero por mi parte admitir que las cerezas pueden ser rojas o moradas. Según se mire. Porque un náufrago no está solo en una isla desierta. Robinson Crusoe estaría orgulloso. Por eso en una magdalena cabe una vida entera. Aunque sería más sencillo si cerráramos los párpados. Porque aquí o jugamos todos o rompemos la baraja.

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